A muchos le cuesta negarse cuando alguien le pide algo, incluso cuando no quieren acceder. Esto puede estar originado por muchos factores: inseguridad, baja asertividad, miedo al rechazo, el estilo de crianza recibido… De cualquier modo, la dificultad para hacerse oír, genera mucho malestar y compromisos indeseados.
Si es tu caso, un psicólogo te puede ayudar a llegar a la raíz del problema o simplemente a trabajar en tus dificultades, para liberarte y poner en tus manos el poder del “no”. Pero mientras, puedes tratar de aplicar estas claves para empezar a practicar la imposición de límites fuertes, comenzando con un contundente NO.
1. Las dos caras de la moneda:
Si eres de los que les resulta difícil dar un NO, este punto es muy importante para ti. Piensa que el “no” forma parte de una moneda, en la que encontramos un “sí” en la otra cara. Cada vez que damos un no a alguien, otra persona recibe un sí. No centres tu atención en la persona equivocada, céntrala en quien obtiene el veneficio, te será más fácil lanzarte a esa negativa.
Ej: No puedo ayudarte esta tarde…es un sí a tiempo para mi familia.
No puedo prestarte ese dinero…es un sí a mi tranquilidad.
No quiero ver esta película…es un sí a ver algo que disfruto.
No puedo arreglártelo hoy…es un sí al cumpleaños de un amigo.
2. Sin justificación
¿Cuántas veces has usado una excusa para negarte a algo? ¿Suele funcionar? Lo malo de justificarte con una excusa, es que pronto pueden encontrar solución para ese problema y te ves forzado a inventar otra, mentir o ceder ante la petición.
¿Cuántas veces mentimos para librarnos de dar un no? La mentira puede ser un gran aliado para evitar negarnos, pero sabemos que las consecuencias de que esa mentira sea descubierta, son mucho peores a poner límites de forma sana. Pregúntate a ti mismo: ¿Por qué temo tanto negarme a algo como para mentir? ¿Por qué me arriesgo a ser descubierto?
Tienes el derecho de negarte cuando así lo desees, sin escusa, ni justificación. Obviamente todos queremos saber que hay detrás de un no, pero no tiene por qué haber un enrevesado sistema de motivos que lo justifique, puedes sencillamente decir: “No, gracias, no me apetece“.
3. Te muestra tal y como eres.
Un “no”, no es algo malo. El “no” le dice a la gente quién eres, qué te gusta, cuáles son tus límites, etc. Puede que por ceder ante todo vayas a caer mejor inicialmente, pero ¿realmente esas personas te conocen? ¿estarás satisfecho si no tienes voz? ¿te vas a conformar con la frustración del sacrificio constante por el otro?
Es importante para una vida plena, unas amistades y entorno social sincero, pero eso empieza por ti. Deja a un lado tus miedos y permite a los demás conocerte, conecta de forma sincera y relajada, trasmite quién eres usando el no.
Ej. ¿Comedia romántica? Lo siento, pero no me gustan nada, si quieres vemos una de acción.
¿Ayudarte a pintar? Lo siento, pero no me apetece nada, si quieres cuando tengas que montar los muebles llámame que estaré encantado de echarte una mano.
4. Da Valor
De la mano de la anterior va el cuarto punto: darte valor. Un no, no solo le dice a la gente quién eres, también deja claro los sacrificios que haces por ellos, lo que te da valor como amigo/pareja/compañero/etc.
Imagina esta situación:
Alguien te invita a ver una peli de un género que detestas y tú simplemente aceptas. Esa persona recurre a ti cada vez que quiere ver ese género, porque a nadie más le gusta. No es consciente de que a ti tampoco, de hecho, para él te hace un favor, ya que sois los únicos a los que “os gusta ese tipo de pelis”. O bien sigues siendo su compañero de cine infumable o bien explotas de frustración y rabia, lo cual es muy confuso para la otra persona, ya que nunca le has mencionado nada.
Ahora imagina la misma situación, pero ahora le dices:
“Uf, la verdad es que no me gusta ese tipo de cine, pero bueno, me apetece pasar un rato contigo, te acompaño”.
“Uf, la verdad es que no me gusta ese tipo de cine, pero me apetece pasar un rato contigo, ¿te apetecería ver otra cosa?”.
En cualquier caso, la persona es consciente que haces un esfuerzo. Realmente lo haces siempre cuando no te niegas, solo que nadie lo ve y a la larga te hace sentir poco valorado y correspondido, pero ¿cómo van a corresponder si no saben que estás sacrificándote por ellos?
El “no”, no solo te aporta el beneficio de evitar aquello que no sabes hacer, también te da valor cuando cedes ante la otra persona, pero hay que indicarlo, los demás no pueden saber que estás “haciendo un favor” si no lo verbalizas.
Cabe también la posibilidad de que la otra persona esté proponiendo planes al azar y no le suponga ningún problema adaptarse a tus gustos, sin duda, cualquiera de las dos opciones en un “win-win”.
Mira qué diferentes suenan estos ejemplos:
Si: ¿Recogerte? Claro sin problema.
NO, pero SI: ¿Recogerte? Si nadie puede voy claro, pero sabes que detesto conducir ¿no se lo puedes pedir a otro?
SI: ¿Ayudarte con la mudanza? Bueno, no tengo nada que hacer.
NO, pero SI: ¿Ayudarte con la mudanza? No es el mejor plan de sábado que se me ocurre jejeje. Pero bueno va, te echo una mano.
5. Tamizado
Como un tamiz quita los grumos de la harina, el NO separa de tu vida las personas liberadoras y respetuosas, de las que imponen su voluntad. Lo más difícil de asumir cuando empezamos con las negativas, es que no le gustan a todo el mundo. La parte más difícil al dar un no, es suponer que el otro va a enfadarse con nosotros, vamos a causar malestar o vamos a perder a la otra persona, pero ¿qué hay de malo? Entiendo que pueda dar miedo el perder a gente que aprecias, pero realmente ¿queremos a alguien a nuestro lado que solo está mientras que obtiene un beneficio?
Practicando un No abrimos la puerta a dos posibilidades:
Damos la oportunidad al otro de demostrarnos su amor. ¿Y si esas consecuencias que tememos no se dan? Tus allegados se merecen la oportunidad de demostrarte cómo son de verdad. Debes darles la oportunidad de reaccionar ante tu no y demostrar “de qué pasta están hechos”. Puede que tus seres cercanos sean mucho más comprensivos y respetuosos de lo que creías. ¡Dales la oportunidad de demostrarlo!
Detectamos quién está en nuestra vida solo porque obtiene constantemente lo que quiere de nosotros. Por muy queridos que esas personas sean, tienes que plantearte ¿quiero a alguien en mi vida que solo quiere que obedezca sus deseos? ¿me puede querer de verdad alguien que no me conoce realmente? ¿me merece la pena mantener una relación unidireccional (en la que solo yo doy)? ¿le estoy dando la oportunidad de corresponderme?
6. Culpa
La culpa es la gran enemiga del “no”. La mayoría de las veces, puedes sentirte egoísta por negarte, culpable al general malestar en el otro o simplemente querer evitar un posible conflicto.
Probablemente en tu crianza, se ha establecido esa pauta de pensamiento o esa necesidad de ceder ante el otro, pero ya no eres un/a niño/a. No es egoísta priorizar tus sentimientos y negarte ante aquello que no te gusta. Siempre que te veas retirando tu negativa ante la posibilidad de un enfrentamiento o ante el posible malestar del otro, debes preguntarte: ¿estoy juzgando al otro en base a mis miedos? ¿por qué no le doy la oportunidad de demostrarme su propia valía? ¿por qué no creo tener derecho a negociar o mirar por mí mismo?
¡Deja a un lado la culpa, recuerda, un No para el otro, es un SÍ para mí!
7. Balanza
Un truquito que nos ayudará a manejar nuestra culpa, es visualizar una balanza. La pregunta es muy sencilla ¿se merece mi culpa?
Si colocamos en la balanza todo lo que solemos hacer por la otra persona y lo que dicho sujeto hace por nosotros, nos puede resultar muy sencillo deshacernos de la culpa que sentimos cuando rechazamos al otro. ¿Es un gran amigo/a? ¿está ahí para mí? ¿esa persona merece mi esfuerzo?
Este truco nos ayudará a deshacernos de la palabra egoísmo, no hacemos las cosas para que los demás nos deban una, pero sí es cierto que una relación debe estar equilibrada, debe retroalimentarse, si está descompensada, puede que estemos entregando más de lo que debamos, no te sientas mal por negarte si así lo deseas.
Pero recuerda el punto 4: en una relación sana se devuelve en parte lo que se recibe, si no das valor a tus acciones, puede que tengáis perspectivas muy distintas sobre tu generosidad y sacrificio ante las peticiones de la otra persona.
*artículo escrito para Centro Promentium, salud y bienestar.
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